Carta abierta a los sabios, intelectuales y al pueblo de Egipto
En la
mayoría de los países árabes, el 'Despertar Islámico' es una realidad
latente que le ha mostrado al mundo las sublimes enseñanzas del Islam.
En
la actualidad, los sabios y grandes pensadores son los abanderados del
pensamiento islámico en Egipto. Cabe destacar que esta nación tiene una
célebre trayectoria de resistencia ante el colonialismo extranjero.
Grandes personajes como el Seyyed Yamaleddin Asadabadi, Muhammad Abduh,
Rashid Ridha y Hassan Al-Banna, lucharon por la independencia de su
pueblo y contra la invasión de potencias como Inglaterra y Francia,
convirtiéndose en luceros que aún fulgen en la historia egipcia.
Ahora
que la nación revolucionaria de Egipto —especialmente sus jóvenes
musulmanes— ha decidido hacer un cambio trascendental eligiendo a un
presidente, es necesario que recordemos algunos puntos:
1.
La revolución egipcia, que comenzó con el levantamiento del pueblo —en
los primeros meses del 2011— pudo romper las cadenas de la dictadura y
el imperialismo, escribiendo con tinta de oro las nuevas páginas de la
historia de esa nación.
2.
Esta revolución islámica, popular y antiestadounidense debe conservar
sus características revolucionarias; así, su influencia permanecerá
indudablemente en todo el mundo.
3. Durante el proceso revolucionario, las principales consignas del pueblo de Egipto fueron: «No hay más divinidad que Dios», «Dios es grande» y «Muhammad es el Mensajero de Dios».
Asimismo,
el pueblo gritaba consignas exigiendo un cambio de sistema, la
independencia; lemas en contra del despotismo interno y del colonialismo
externo, contra la intervención de Estados Unidos y el sionismo.
4. Lo
que esperamos del pueblo de Egipto y de sus grandes sabios e
intelectuales es que no vayan a incurrir en la exageración ni en
conflictos religiosos y étnicos.
Los
enemigos están trabajando para sembrar la discordia a través de la
difusión del pensamiento wahhabita y sedicioso entre la comunidad
islámica. Es por ello que pedimos a los grandes sabios y revolucionarios
que estén atentos, alertas ante estos peligros.
5.
La revolución islámica de Egipto tiene la facultad de enfrentarse a la
ocupación y ante cualquier agresión a sus derechos o los de otras
naciones musulmanas como Palestina y Líbano.
Las
consignas contra el régimen sionista y la expulsión del embajador de
Israel y los funcionarios de dicha embajada, son señales del espíritu
islámico que debe continuar hasta terminar con el bloqueo del pueblo
oprimido de Gaza. Si el pueblo egipcio protege su revolución podrá
—consecuentemente— romper este bloqueo y defender al frente de la
resistencia islámica que se mantiene firme ante los embates de Estados
Unidos, Israel y los gobiernos árabes reaccionarios.
6.
Los sabios e intelectuales, especialmente los ulemas de la Universidad
del Al-Azhar deben informarle al pueblo sobre los peligros a los que se
enfrentan, especialmente en la cuestión de la elección de un presidente
revolucionario, islámico e independiente que sepa oponerse a la
intervención de las grandes potencias en el futuro de Egipto.
7. Como dicen los jóvenes egipcios, «la revolución islámica no ha alcanzado la victoria final»,
por eso hay que tener mucho cuidado con los agentes de Occidente y los
movimientos nacionalistas seculares pro-norteamericanos, para que no se
vayan a apoderar de la revolución, ni elijan un presidente lacayo de las
grandes potencias.
8.
Al elegir como presidente a un hombre revolucionario e independiente,
la grandiosa nación de Egipto le estará dando una bofetada a los
opresores y colonialistas de Estados Unidos e Israel, y le recordará
nuevamente al mundo el triunfo del profeta Moisés (la paz sea con él)
sobre el faraón y su gente. Y de esta forma mostrará su espíritu noble,
glorioso e independiente y sobre todo le quitará a los grandes opresores
del mundo cualquier esperanza de apoderarse nuevamente de este pueblo,
lo que significará la victoria final.
9.
La noble nación de Egipto debe saber que para concretar y afirmar su
revolución y alcanzar sus valiosos objetivos —entre ellos, la
independencia, la libertad y una legislación islámica— debe pagar un
elevado precio, tal como lo hiciese la ilustre nación de Irán con su
Revolución Islámica, que con gran sacrificio pudo ver sus sueños
realizados y aunque enemigos como el sionismo y la arrogancia mundial se
opusieron, al punto de imponer una guerra, pudo avanzar y alcanzar el
desarrollo en todas las áreas: Ciertamente, Egipto puede hacer lo mismo.
Ya lo dice el Sagrado Corán: «¡Oh, creyentes! ¡Si auxiliáis a Dios, Él os auxiliará y consolidará vuestros pasos! (Sura 47, aleya 7)

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