2 jun 2012

Carta abierta a los sabios, intelectuales y al pueblo de Egipto

Carta abierta a los sabios, intelectuales y al pueblo de Egipto

En la mayoría de los países árabes, el 'Despertar Islámico' es una realidad latente que le ha mostrado al mundo las sublimes enseñanzas del Islam.

En la actualidad, los sabios y grandes pensadores son los abanderados del pensamiento islámico en Egipto. Cabe destacar que esta nación tiene una célebre trayectoria de resistencia ante el colonialismo extranjero. Grandes personajes como el Seyyed Yamaleddin Asadabadi, Muhammad Abduh, Rashid Ridha y Hassan Al-Banna, lucharon por la independencia de su pueblo y contra la invasión de potencias como Inglaterra y Francia, convirtiéndose en luceros que aún fulgen en la historia egipcia.

Ahora que la nación revolucionaria de Egipto —especialmente sus jóvenes musulmanes— ha decidido hacer un cambio trascendental eligiendo a un presidente, es necesario que recordemos algunos puntos:

1. La revolución egipcia, que comenzó con el levantamiento del pueblo —en los primeros meses del 2011— pudo romper las cadenas de la dictadura y el imperialismo, escribiendo con tinta de oro las nuevas páginas de la historia de esa nación. 

2. Esta revolución islámica, popular y antiestadounidense debe conservar sus características revolucionarias; así, su influencia permanecerá indudablemente en todo el mundo.

3. Durante el proceso revolucionario, las principales consignas del pueblo de Egipto fueron: «No hay más divinidad que Dios», «Dios es grande» y «Muhammad es el Mensajero de Dios».

Asimismo, el pueblo gritaba consignas exigiendo un cambio de sistema, la independencia; lemas en contra del despotismo interno y del colonialismo externo, contra la intervención de Estados Unidos y el sionismo.

4. Lo que esperamos del pueblo de Egipto y de sus grandes sabios e intelectuales es que no vayan a incurrir en la exageración ni en conflictos religiosos y étnicos.

Los enemigos están trabajando para sembrar la discordia a través de la difusión del pensamiento wahhabita y sedicioso entre la comunidad islámica. Es por ello que pedimos a los grandes sabios y revolucionarios que estén atentos, alertas ante estos peligros.

5. La revolución islámica de Egipto tiene la facultad de enfrentarse a la ocupación y ante cualquier agresión a sus derechos o los de otras naciones musulmanas como Palestina y Líbano.

Las consignas contra el régimen sionista y la expulsión del embajador de Israel y los funcionarios de dicha embajada, son señales del espíritu islámico que debe continuar hasta terminar con el bloqueo del pueblo oprimido de Gaza. Si el pueblo egipcio protege su revolución podrá —consecuentemente— romper este bloqueo y defender al frente de la resistencia islámica que se mantiene firme ante los embates de Estados Unidos, Israel y los gobiernos árabes reaccionarios.

6. Los sabios e intelectuales, especialmente los ulemas de la Universidad del Al-Azhar deben informarle al pueblo sobre los peligros a los que se enfrentan, especialmente en la cuestión de la elección de un presidente revolucionario, islámico e independiente que sepa oponerse a la intervención de las grandes potencias en el futuro de Egipto.

7. Como dicen los jóvenes egipcios, «la revolución islámica no ha alcanzado la victoria final», por eso hay que tener mucho cuidado con los agentes de Occidente y los movimientos nacionalistas seculares pro-norteamericanos, para que no se vayan a apoderar de la revolución, ni elijan un presidente lacayo de las grandes potencias.

8. Al elegir como presidente a un hombre revolucionario e independiente, la grandiosa nación de Egipto le estará dando una bofetada a los opresores y colonialistas de Estados Unidos e Israel, y le recordará nuevamente al mundo el triunfo del profeta Moisés (la paz sea con él) sobre el faraón y su gente. Y de esta forma mostrará su espíritu noble, glorioso e independiente y sobre todo le quitará a los grandes opresores del mundo cualquier esperanza de apoderarse nuevamente de este pueblo, lo que significará la victoria final.

9. La noble nación de Egipto debe saber que para concretar y afirmar su revolución y alcanzar sus valiosos objetivos —entre ellos, la independencia, la libertad y una legislación islámica— debe pagar un elevado precio, tal como lo hiciese la ilustre nación de Irán con su Revolución Islámica, que con gran sacrificio pudo ver sus sueños realizados y aunque enemigos como el sionismo y la arrogancia mundial se opusieron, al punto de imponer una guerra, pudo avanzar y alcanzar el desarrollo en todas las áreas: Ciertamente, Egipto puede hacer lo mismo.

Ya lo dice el Sagrado Corán: «¡Oh, creyentes! ¡Si auxiliáis a Dios, Él os auxiliará y consolidará vuestros pasos! (Sura 47, aleya 7)

¡Oh Dios, otórgale el éxito y el triunfo final a la querida nación islámica de Egipto!

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